Alejandra M. Rodríguez Alemañy
Hace unos días encontré un baúl lleno de cartas, entre ellas había una en particular que me llamó la atención. Tenía la fecha del 15 de mayo del 1998, era de Marina mi único y verdadero amor. Mientras leía intentaba recordar cuándo la había recibido pero no podía, en eso noté que lo que estaba leyendo era una despedida para toda la vida. Comencé a ubicar las cartas en orden, por fecha y ese día era el último que me había escrito. Esto era algo totalmente absurdo, si Marina es parte de mi diario vivir y es la razón de mi levantar todas las mañanas cómo es posible que haya fallecido hace tres años.
Confundido empecé a buscarla y a llamarla pero no la encontraba, sentía que estaba despertando de un sueño que jamás quería terminar. Retrocedí en el tiempo recordando cada momento de mi vida que había pasado junto a ella. En mi mente se dibujaba la sonrisa más bonita que me había devuelto la vida, la mirada fija que sin palabras hablaba. En un jardín de rosas todas son iguales, mismo color, figura y aroma pero entre todas siempre hay una que resalta, así era mi querida Marina, igual de bella que una rosa. Cada día de mi vida me levantaba y ya ella estaba despierta esperando por mí para el desayuno, luego me iba a trabajar. Cuando regresaba a casa allí seguía, todas las noches me besaba la frente y antes de dormir me decía: “que tengas dulces sueños junto a mí…”
No encontraba respuestas para mis preguntas, ni explicaciones para la situación en la que me encontraba. Por esto, decidí visitar a un doctor, al entrar a la oficina me saludó como si fuera un conocido de siempre, sabía hasta mi nombre. ¿Andrés cómo se encuentra hoy?, con los nervios de punta, le respondí: no entiendo nada, mi vida no tiene sentido. Mi rosa, mi Marina, ¿cómo es posible que esté muerta, si comparto con ella cada día? El doctor comenzó a explicarme que todo mi problema era psicológico, yo nunca había podido superar tan trágica muerte y por esta razón yo pensaba y sentía que ella estaba junto a mí todavía. Vivía atrapado en la sombra de mi pasado.
En otras palabras mi diagnóstico era que estaba loco, estaba tan confundido que hasta dudaba de mí mismo. ¿Sería todo una completa mentira? ¿O simplemente no quería aceptar mi triste realidad? No podía parar de pensar hasta que me percaté que en el único lugar que veía a Marina era en mi casa. Nunca salía con ella, ni a las actividades de mi trabajo, ni a cenar a restaurantes o al cine a ver películas. No existían fotos de nosotros de los últimos tres años, todo había sido producto de mi imaginación.
20 de agosto del 2001
Ahora que he aceptado la realidad de mi vida mi mundo ha cambiado por completo. De colores brillantes ha pasado a blanco y negro. Mi rosa bella ahora eres rosa negra, sin latido de corazón alguno pero en mi corazón siempre viva estarás.
Atentamente. Andrés.
Una semana después de lo ocurrido Andrés sufrió un grande y catastrófico accidente de carro el cual lo llevó a un estado de coma. Algunas personas comentan que nunca despertó porque estaba en un mundo con su Marina y realmente no quiso aceptar una vida sin ella.
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